Facultad de Veterinaria (Córdoba)

Incluso se dice en el informe que el Duque de Huéscar quiso formar una Escuela de Veterinaria en Córdoba y no en otra parte.

En los días siguientes, en unión del gobernador, visita los edificios que el Estado poseía en la capital cordobesa, decidiéndose por el edificio del Hospicio Viejo, de noble porte aunque notablemente deteriorado.

Estaba situado en el barrio de San Pedro, en la calle Encarnación Agustina.

Así, la Escuela fue inaugurada en la parte del Hospicio Viejo que no usaba la Guardia Civil.

También eran condiciones necesarias la salud y robustez que reclamaba el libre desempeño de todas las funciones físicas internas y externas y no haber padecido enfermedad contagiosa que le prive estar en contacto con otros.

Igualmente se precisaba un atestado de buena conducta, expedido por la autoridad municipal.

No podían ser veterinarios militares ni cumplir funciones de peritaje, inspección, etc.

Los primeros están registrados en 1849, y corresponden a prestigiosos albéitares en ejercicio o a estudiantes de la Escuela de Madrid que no habían terminado sus estudios.

Aparecen en actas individuales, con la filiación al margen, donde consta haber cursado los tres años prevenidos, haber sido examinado por espacio de dos horas y la calificación.

Práctica de herrado y forjado hasta alcanzar la perfección en este arte.

Establecidas las materias y disciplinas por especialidades concretas y superada por tanto la docencia por años, la Escuela va a recorrer ese periodo difícil que va desde la unificación de las titulaciones hasta la promulgación del plan de 1912, como hito, definitivo entonces, para una generación que va a configurar la Veterinaria en parangón con las restantes ciencias que representaba el estatus universitario de la época.

La Escuela cordobesa en esta época se proyecta mucho más en el campo nacional, hecho cuantificable por la producción de alumnos y profesionales relevantes.

El régimen paramilitar del momento de la fundación de la Escuela –en la ordenanza de 1827 se destacaba la organización militar, sin vacaciones ni festivos y los estudiantes acudían a clase como Compañía, acompañados del sargento correspondiente, con atuendo militar, régimen de internado y terminología cuartelera- también se aplicó en las Subalternas, en las que, si bien ya no existía una auténtica estructura militar, se conservaban estilos, instrucciones y disciplinas que no se relajaron mucho.

En efecto, en 1853 aparece una revista profesional, El Eco de la Veterinaria, más crítica que científica.

El Eco escolar inició su publicación en plena efervescencia de cambio e inquietudes, en 8.3.1902.

Tenía como director honorífico a Don Antonio Ruiz Fernández y como director a Don Antonio Moreno Ruiz, figurando como colaboradores todos los estudiantes.

En este periódico se destacan noticias político sanitarias, trabajos sobre inseminación artificial, consideraciones sobre la fiebre aftosa y sobre anestesia, fomentándose los primeros intentos de colegiación, con artículos sobre temática del cólera aviar, carbunco y panzootias.

No faltaban los temas sobre cojeras y específicos del ganado equino, firmados por los especialistas de la época.

La otra revista, El Progreso, revista escolar veterinaria, científica y literaria, era de aparición quincenal, con Don Aureliano González Villarreal como director, más tarde destacado docente que finalizó sus días como catedrático de Anatomía de León.

Mientras en épocas anteriores las autoridades no demostraron sensibilidad ni comprensión, en esta fueron aliados y motores de proyectos nuevos y de motivos revisionistas diversos.

Con estos antecedentes la Junta de la Escuela aprobó la Memoria Condiciones pedagógicas e higiénicas que debe reunir una Escuela de Veterinaria conforme a las necesidades modernas, en la que se razonaba la necesidad de construir un nuevo edificio.

Para estudiar detalles relativos a la instalación se recomienda el desplazamiento de alguna comisión a las escuelas extranjeras para acoplar a la de Córdoba sus métodos y montajes, sugiriendo especialmente las de Hannover y Leipzig.

En 1934 se aprobaron proyectos adicionales por importe de casi 400.000 pesetas.

Al estallar la guerra civil española en julio de 1936 estaba prácticamente para entregarse oficialmente.

El emplazamiento (...) debe situarse en las afueras del casco urbano pero cerca de la población, en sitio alto y ventilado procurando que el viento no traiga ni lleve emanaciones que puedan resultar inadecuadas para la salud de los estudiantes o de las poblaciones cercanas.

Una Cabaña pecuaria para prácticas y experimentación con todas las especies domésticas, con preferencia las indígenas.

En estas dependencias cursarán estudios los obreros del campo que aspiren a ser peritos en ganadería (...) también habrá un departamento de Baños donde administrar este tipo de tratamientos medicinales a todo tipo de animales.

El fruto del proyecto primitivo y el reformado es un gran edificio de veinticinco metros de fachada y tres plantas, a las que, en su fachada posterior, se adosaron servicios clínicos médicos y quirúrgicos, amén de varias construcciones anejas para lazareto, cría de animales e industria lechera, con una instalación que sería posteriormente la Central Lechera de Córdoba.

El espacio restante se emplearía para producir forrajeras y prácticas de alimentación en libertad.

Con motivo del 150 aniversario se emitió un sello de correos conmemorativo que figura en la portada del libro que se editó con motivo de esta efemérides[1]​|ignore-isbn-error= true.