Su estructura y materiales son fruto de la corriente que ya se venía desarrollando a la hora de planificar distintos campus universitarios a nivel nacional, haciendo uso del hormigón visto, alternándolo con amplias superficies acristaladas.
La planta, diseñada sobre pilotes para salvar las diferencias de nivel ocasionadas por su ubicación en la ladera de una colina, está compuesta por un gran pasillo central en cuyos laterales se distribuyen amplios módulos de aulas.
El hormigón, dejando ver las marcas del encofrado, es el protagonista indiscutible en la construcción, generando pilares-parasol verticales en perpendicular con el plano de las fachadas y marcando el aspecto exterior en cada una de sus caras.
De igual manera, este material aparece prácticamente desnudo en el interior, formando casetones en el techo y confiriendo una imagen sencilla y práctica.
El espacio ajardinado que precede la fachada principal y los pequeños jardines ubicados entre módulos son fruto también del diseño de Prieto Moreno, no así las nuevas ampliaciones que se han llevado a cabo desde la década de los ochenta con la creación del conocido como Edificio B y las sucesivas ampliaciones de espacios como la biblioteca, así como la más reciente, realizada sobre el área de aparcamientos para acoger un nuevo módulo de despachos y aulas, así como nuevas salas de estudio.