[2] En 1990 se le agregó la calificación de «Internacional»[3] y en 2011 hubo, por primera vez, un sector dedicado al libro electrónico.[10] Este cisma provocó que en 2018 finalmente las editoriales parte de la Corporación del Libro y la Lectura no participen más en la FILSA.Aunque expertos plantean que esto le quitó un gran peso a la feria del libro más imporrante de Chile, también le dio la oportunidad a pequeñas editoriales para mostrarse en espacios que antiguamente estaban reservados solo para las grandes casas editoriales[11].Así, Pablo Huneeus decía en 2010 que la principal contribución de la Feria era llevar el libro a la calle: «Escribir en Chile para los chilenos.Es otro el resultado, más real y cercano al corazón [...] En recinto cerrado, donde cobran por entrar, la Feria se guateó.[3] Ramón Díaz Eterovic comentaba al respecto: «La Feria parecía pensada a escala humana y era un punto de encuentros muy animados para los que entonces éramos escritores jóvenes.
Inauguración de la Feria Internacional del Libro de Santiago en 2010.