Cámara Chilena del Libro
La Cámara Chilena del Libro es una agrupación gremial que proclama como sus objetivos "defender la libertad de edición, importación, comercialización y circulación de libros, el derecho de propiedad intelectual", "fomentar el desarrollo y difusión" de los nacionales tanto en el país como en el extranjero; "generar y apoyar todas las iniciativas destinadas a capacitar a las personas dedicadas a las publicación, edición, comercialización y distribución de libros", "fomentar el hábito de lectura", "crear bibliotecas, premios literarios" y "organizar exposiciones, ferias" y otros "eventos que se consideren necesarios para estimular la creación y producción literaria".Auspicia, además, tanto ferias comunales en la capital chilena como regionales.En aquella ocasión, Infante advirtió del peligro de un cisma, ya que, señaló, "son muchas las voces que dicen hasta cuándo perdemos el tiempo, por qué no hacemos nuestra cámara de editores".[2] Al año siguiente, poco después de terminada la XXXV Feria Internacional de Santiago se desarrolló una nueva etapa del conflicto que culminó con la salida de nueve editoriales, entre ellas, las más grandes del país[3] Los renunciantes fueron: Cal y Canto, Catalonia, Cosar, Edebé, Ediciones B, Nueva Patris, Penguin Random House, Planeta y Zig-Zag.[4] La Cámara del Libro posee un directorio de 12 miembros (4 por cada estamento: editores, libreros y distribuidores),[2] que duran dos años en el ejercicio de sus funciones y pueden pueden optar a un nuevo periodo; estos eligen a la cúpula de la asociación, que se renueva cada dos años.