El extracto de carne fue inventado por el barón alemán Justus von Liebig, químico orgánico alemán del siglo XIX.
Liebig se especializó en la clasificación de la comida y escribió un ensayo sobre cómo cocer la carne sin destruir su valor nutricional.
Por desgracia, se necesitaban 30 kg de carne para producir 1 kg de extracto, lo que lo hacía demasiado caro.
Liebig prosiguió con sus esfuerzos y cofundó la Liebig Extract of Meat Company (más tarde Oxo), cuya fábrica, inaugurada en 1865 en Fray Bentos (Uruguay), aprovechaba la carne del ganado criado por su cuero, a un tercio del precio de la carne europea.
Se fabricaba en Argentina, donde al igual que Uruguay podía obtenerse carne barata.