[6] Abandonada la idea de darle comienzo tan pronto, el 30 de abril, cuando Gamazo ya había cesado en el cargo y había sido sustituido por Víctor Balaguer, se aprobó por real orden el proyecto final.
[10] La portada, sobre la que descansa una extensa terraza entonces coronada por la bandera nacional, se sostiene gracias a ocho columnas exteriores y dos interiores.
[1] En su crónica para La Ilustración Española y Americana, José Fernández Bremón se refería así a lo que durante aquellos días se expuso:[1] La exposición exhibió a un grupo de entre cuarenta y cincuenta personas filipinas junto a productos y plantas locales, recreando en el lago del palacio el «hábitat natural» de los indígenas filipinos.
[14] Se expusieron, además, objetos procedentes de otras islas colonizadas como las Marianas, las Carolinas y Palaos.
[14] De la primera disciplina fue abanderado, entre otros, Juan Luna y Novicio, mientras que como escultores destacados figuraron en la exposición obras de Isabelo Tampinco, Serapio Tolentino, Vicente Francisco Dionisio —que ganó durante estos días el derecho a una plaza para estudiar en la Escuela Central de Artes y Oficios—,[15] Melesio Figueroa[16] y Juan Flameño.
[14] Por su parte, Abelardo Cuesta Cardenal presentó junto a un Aramburu una máquina pensada para desfibrar el abacá, que pretendía mejorar la producción sin perjudicar al obrero.