En fecha no determinada se trasladó a Montevideo, donde fue redactor-jefe de El Diario Español.
Ese mismo año fue cofundador, junto a Arnaldo Parrabere, del periódico Euskal Erria, órgano de la sociedad homónima de Montevideo.
Sin embargo las diferencias surgidas entre ambos le llevó a secuestrar la edición del número 9 por haberse incluido un artículo escrito por Parrabere que él consideró infamante para su persona.
Tras llevar adelante esta acción, presentó su renuncia explicando su actitud en una carta dirigida a la directiva de la institución.
A principios de 1928 colaboró con el periódico argentino La Región.