Ambos se comprometerán formalmente e incluso celebrarán su compromiso por medio de una gran fiesta.
Sin embargo, a este entorno pronto asomarán tintes sombríos y dolorosos con la irrupción de las fuerzas inglesas, que desean forzar la participación de los lugareños en la guerra contra Francia.
Gabriel también intentará esa localización, pareciendo que el destino quiera someterlos a esa prueba de la separación, aunque jamás logrando que su amor se diluya.
Pasarán muchos años y Evangeline ya se ha rendido en esa búsqueda, dedicándose a una labor altruista de ayuda a los pobres afectados por una epidemia de lepra.
Parece que el designio divino les haya permitido por fin encontrarse, y ese amor que debía mantenerse mientras el agua siguiera su corriente, al final, y pese a la adversidad y el discurrir de los años, ha permitido que los dos ya envejecidos amantes puedan reunirse.