Fue la segunda de los siete hijos procreados por Efrén Sámano Montúfar, político guerrerense, y Eleuteria “Lutie” Bishop, dedicada al hogar.
De su padre se decía que era austero en sus costumbres, profundamente adicto a la religión evangélica, jamás faltó al templo protestante.
Eva Sámano fue una mujer culta, seria en su dedicación al trabajo y firme en sus valores, con un concepto del deber y de la moral adquirido en su hogar de religión protestante, bautista.
Iniciaría entonces, un noviazgo que duraría doce años y que culminaría con matrimonio gracias a la insistencia de doña Elena Mateos, madre de don Adolfo.
Fue por esta razón que decidió retomar y afianzar la Asociación Protectora a la Infancia y le mandó a construir un edificio cuya primera piedra fue colocada por ella misma el 30 de noviembre de 1959.
En 1961, por decreto presidencial, dicho organismo se convirtió en el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), cuyo patronato fue presidido por doña Eva.
Les llevó ayuda a damnificados cuando los hubo y emprendió campañas de legalización de uniones matrimoniales que se realizaban en grandes ceremonias colectivas.
Además se involucró en la campaña para impulsar y defender el libro de texto gratuito.
A mediados del sexenio, don Adolfo y doña Eva se separaron.
Aprovechando su posición y para cumplir su sueño de tener una escuela propia, se la mandó a construir en unos terrenos por Coyoacán.
Diez años permaneció doña Eva al frente de esta institución.