Luego de realizar diversos trabajos para ganarse la vida, comenzó a armar y retocar originales en una revista de historietas, donde conoció a Alberto Breccia, quien lo alentó a iniciarse en la profesión.
le tocó dibujar el primer guion escrito por Héctor G. Oesterheld, Alan y Crazy, en 1950.
También trabajó mucho en publicidad, realizando storyboards, como freelance.
Dibujó con mucho éxito las aventuras de Misterix durante varios años.
Una escuela de dibujo en Morón lleva su nombre.