Su culto es muy antiguo, y se hizo muy popular por relatos de fabulosos milagros difundidos en varias lenguas.
[2] Eugenia era hija de un noble romano, Filipo, que fue nombrado prefecto de Egipto por el emperador Galieno, por lo que se trasladó a Alejandría con su familia, su mujer Claudia, Eugenia y sus hermanos Sergio y Avito.
Como había consagrado secretamente su virginidad a Dios, huyó de casa vestida de hombre para evitar su matrimonio concertado con el joven Aquilino, el hijo del cónsul, y bajo falsa identidad ingresó en un monasterio masculino (en esta época no existía el monacato femenino y a las mujeres se les negaba la posibilidad de ocupar cargos eclesiásticos).
En el juicio, presidido por su propio padre, para demostrar su inocencia tuvo que revelar su verdadera identidad.
Tras encontrar a su hija perdida, su padre se habría convertido también al cristianismo.