Tras pasar sus años formativos en el Museo del Louvre entre los más prometedores artistas de su época, Eugène Isabey se dedicó a pintar paisajes a la acuarela.
En muchas ocasiones volvió a Normandía a pintar escenas marinas y paisajes que le dieron la reputación de maestro del Romanticismo, con pinturas plácidas y dramáticas.
Sin embargo, a su vuelta tuvo dificultades en su venta y decidió cambiar sus objetivos: se decantó por la pintura historicista.
En sus últimos años, pintó brillantes escenas violentas, de masacres, duelos y robos.
Fue maestro de pintores como Eugène Boudin y Johan Jongkind.