Los ancianos escritores griegos y latinos nos cuentan que hubo una expansión etrusca en el sur de Italia, la actual región de Campania, y hacia el norte en el Valle del Po aún en el siglo IX a. C. Siguiendo sus métodos usuales, los conquistadores etruscos se solaparon en las zonas colonizadas con los antiguos habitantes, imponiendo su cultura y sus instituciones políticas.Dentro de la Etruria Padana se supone que fueron Felsina (Bolonia), Espina y Marzabotto, mientras que solo podemos suponer si también pertenecieron a ella Rávena, Cesena, Rimini, Modena, Parma, Piacenza, Mantua y posiblemente, aunque es improbable, Milán.Lo más probable, como indican los datos arqueológicos, es que se tengan que aceptar ambas tradiciones, pero también debe ser atribuida a dos momentos diferentes de cambio político en el marco político y económico de la Etruria Padana.Una primera colonización etrusca referida al legendario Tarchon, se puede datar hacia la temprana Edad de Hierro (siglo IX a.Ésta tenía el objetivo de encontrar nuevas tierras para usos agrarios; una segunda colonización, datada hacia la mitad del siglo VI a.