Es un pequeño caserío que recibió el nombre de “Pueblo Soria” por estar ubicado en las tierras del estanciero Bernabé Soria, registra su existencia en las barrancas del Chazón mucho antes de que colocaran las vías del ferrocarril de Villa María a Rufino y dieran por nombre a la estación “Etruria”.
El concesionario del ferrocarril Villa María a Rufino debía construir estaciones a lo largo de la vía para abastecer las máquinas de agua y leña cada 100 km, y como el tramo entre Villa María y La Carlota superaba esa distancia, se decide instalar una estación en el punto equidistante de ese recorrido.
Dictó la primera carta municipal, con las ordenanzas generales de impuestos para 1927 y en la consideración de sus 27 capítulos abarcó todos los rubros que hacen al buen manejo de un pueblo, determinó 3 radios urbanos para impuestos que abarcaban 12 manzanas en las que obligó a hacer veredas.
Organizó una comisión encargada de recibir y homenajear a la tripulación del Plus Ultra en 1927.
Marcó la plaza completa, cerrada en una cuadra, al centro del pueblo y prohibió el cruce con vehículos, colocó el primer alumbrado público, marcó el límite del pueblo y la colonia, hizo retirar los alambradas de los sitios de la primera y segunda zona urbana, hizo colocar argollas en los cordones de las veredas para atar allí los caballos y obligó a construir alcantarillas frente a los domicilios del centro.
Un fuerte ciclón en 1929 destruyó muchas viviendas y la continuidad del fenómeno obligó a construir refugios de protección para los más humildes.
Con el apoyo municipal se formó la Comisión Pro Casa Parroquial.
Organizó la olla popular apoyando las necesidades en la crisis económica, solicitó al gobierno de la provincia, caballos para equipar al personal policial, construyó el horno crematorio en el cementerio y debido a las deudas existentes, retiró las nueve chapas oficiales que se entregaban sin cargo a las autoridades públicas y solicitó 220 chapas patente de automotores.
Hizo revocar los frentes y obligó a hacer las veredas en las propiedades del centro por donde pasaba la Ruta Provincial N° 4 que se inauguró en 1942.
Mantuvo todas las organizaciones anteriores, obedecía órdenes, no innovó nada, recuerdan que decía “yo soy un simple soldado”.
Hizo construir una casita en el tanque de la plaza que después fue demolida por ser muy pequeña.
Solicitó revoques, cordones y veredas, ampliando el radio céntrico.
Inició el edificio municipal, con proyección a dos pisos, compró tractor y camión, creó la Escuela de Música y Banda Infantil, organizó el archivo municipal, publicó treinta boletines municipales con relatos históricos, recopiló las fotos de los ex intendentes para formar la Galería de Intendentes.
Terminó el primer piso del edificio municipal, que hizo amueblar y no pudo estrenar pese a las dos fechas dadas, hizo enarenar las principales calles de nuestro pueblo e iluminó la calle Quaranta donde pasa la ruta con luces de mercurio; fue la primera vía blanca de la zona.
El decimocuarto periodo fue cubierto por un interventor, doctor Carlos Quevedo Paiva, desde 1966 a 1970, nativo bisnieto de los primeros colonos.
Amplió el cementerio, levantó nuevos nichos municipales, construyó la capilla en el cementerio, hizo remodelar la plaza en la que colocó un calendario y una fuente de agua sobre una explanada para actos públicos.
Al levantar los rieles del ferrocarril, gestionó la compra de esos terrenos, se inauguró el nuevo tendido de agua corriente e iluminó el cementerio.
El ingeniero agrónomo señor Sergio Mario Russo, que continuó con la iluminación reemplazando las pantallas aéreas por las columnas, ampliando el alumbrado a todos los sectores, realizó obras de desagüe y el cordón cuneta a las calles de tierra, se parquizó y acondicionó el Polideportivo Municipal para practicar básquet, vóley, atletismo, softbol, se apoyó las actividades de natación, ciclismo y de maratonistas.
Amplió el cementerio con nuevos panteones comunitarios, con espacio para enterramientos en tierra y tumbas individuales.
Entregó un total de 156 nuevas viviendas esparcidas por todo el pueblo.
Llegando a fines del primer mandato de Héctor Baravalle, se obtiene por primera vez en Etruria un acercamiento cultural con los ciudadanos italianos, llevando a cabo un hermanamiento con Magliano Alpi.