Las tácticas fabianas son una estrategia militar que tiene como objetivo vencer a un oponente mediante una guerra de desgaste.
Esta estrategia toma su nombre de Quinto Fabio Máximo, político y militar romano que ostentó la dictadura durante la segunda guerra púnica (218-202 a. C.).
Fabio Máximo tuvo la difícil tarea de combatir a Aníbal en la Italia meridional.
Si bien los feroces castigos y generosas promesas permitieron a Aníbal mantener la disciplina de sus tropas, sabía este que sus mercenarios no tenían equipamiento ni preparación para emprender largos asedios, por lo cual Aníbal evitó en lo posible sitiar ciudades fortificadas.
El Senado exhortó a las pequeñas poblaciones del norte para que recogieran sus posesiones y se refugiaran en ciudades fortificadas.
Su pasividad militar se hacía intolerable para las mentes senatoriales acostumbradas a enfrentarse al enemigo en grandes batallas.
Aunque supusieran originalmente un desastre político para Fabio, a la larga, las tácticas fabianas habían surtido efecto.
No mucho más tarde el general romano Cneo Pompeyo Magno, tras su victoria en la batalla de Dirraquio, intentó emplear esta estrategia.
Seguramente la Guerra Civil contra César habría tenido otro final si Pompeyo hubiera podido emular a Fabio.
La estrategia fue nuevamente resucitada por el general francés Bertrand du Guesclin durante la Guerra de los Cien Años.