Sin embargo, la investigación sobre los estilos cognitivos tuvo sus comienzos y primera base intelectual en el movimiento New Look en psicología.
Klein introdujo el término control cognitivo para referirse al papel modulador que desempeña el yo para encontrar un ajuste entre los deseos del individuo y las restricciones que impone el mundo exterior.
Así, los controles cognitivos son unos mecanismos de los que hacen uso las personas para adaptarse a su medio ambiente.
[4] Kagan, Moss y Sigel propusieron tres tipos o dimensiones de estilos cognitivos: Más tarde ampliaron con un cuarto estilo: Así, definió el compás perceptual como una dimensión caracterizada en uno de sus extremos (impulsividad ), por la tendencia a responder rápidamente cuando se presenta el estímulo, mientras que en el otro extremo (reflexividad ) los individuos piensan y reflexionan antes de decidir su respuesta.
Los impulsivos en cambio responden con más rapidez y cometen muchos errores.
El principal índice para evaluar este estilo fue el error constante en pruebas para estimar el tamaño de los objetos 3.
Esta tendencia de los sujetos por formar muchas o pocas categorías llevó a Gardner a proponer un estilo que llamó rango de equivalencia y que después junto con Schoen llamarían diferenciación conceptual.
Se considera tan decisivo como el CI en la eficacia del aprendizaje.
A medida que los niños crecen van haciendo incrementos progresivos hacia la independencia de campo hasta llegar a la adolescencia, donde los cambios son ya poco pronunciados, y hacia los 15 años se produce una estabilización que se extiende durante toda la vida adulta.
Carretero ha realizado estudios sobre esto y dice que cuando las madres conceden y favorecen la autonomía de sus hijos durante los primeros años, se desarrolla la independencia de campo.
Se ha encontrado cierta relación entra la dependencia del campo y la escasa confianza de las madres en sí mismas.
Evaluación de la reflexividad–impulsividad: Kagan, para medir el tiempo de respuesta teniendo en cuenta también los errores, ideó el Test Matching Familiar Figures (MFF) (emparejamiento de figuras familiares) en el que la tarea del sujeto consiste en seleccionar la figura que es igual al modelo que se le propone entre varias alternativas posibles.
Consta de unas láminas en las que se presenta una figura familiar (casa, teléfono...) y junto a ellas otras seis de las cuales una es igual al modelo y las otras contienen ligeras variaciones.
El tiempo que tarda en dar la respuesta y la corrección de la misma constituyen las medidas para determinar la reflexividad–impulsividad.
Por otra parte, un alumno puede ser considerado reflexivo en función de las puntuaciones obtenidas por su grupo y como impulsivo si se toma como referencia otro grupo semejante.
Salkind elaboró una serie de baremos para edades comprendidas entres 5/12 años con los que se intentó obviar este problema.
Esto da lugar a que los reflexivos tengan mejor funcionamiento cognitivo y obtienen resultados más elevados en sus aprendizajes intelectuales.
Hay materias cuyo aprendizaje se ve favorecido por una actitud analítica, reflexiva, como las matemáticas, la física y todas aquellas que tienen una estructura deductiva, caracterizada por el pensamiento convergente.
Otras materias como las humanidades pueden verse obstaculizadas por una actitud extremadamente reflexiva porque necesitan procesarse globalmente.
Según la predisposición constitucional, algún daño cerebral durante o después del nacimiento podría predisponer a la impulsividad y a la hiperactividad, lo que conlleva dificultades en centrar la atención en los elementos de una situación y en el análisis de los componentes de un problema, sobre todo cuando exige una atención prolongada.
Pero después modificó esta hipótesis, afirmando que la ansiedad se produce tanto en los alumnos impulsivos como en los reflexivos.
En los impulsivos surge por asociar la lentitud con la incompetencia, y consecuentemente optan por responder rápidamente aunque con ello aumente la posibilidad de equivocarse.
En nuestro sistema educativo y dentro de nuestra tradición escolar, los profesores prefieren y se sienten más cómodos cuando los alumnos presentan un estilo ejecutivo, inclinados a seguir reglas, y aunque actualmente se insiste en desarrollar el pensamiento creativo, muy pocas veces se valoran ideas originales o inusuales en el aula o en la familia.
Dicha intención conduce a centrar la atención en el texto como un todo y a una interacción con su contenido, relacionándolo con conocimientos previos, con otros temas o con la propia experiencia personal.
Entwistle (1991), añade un tercer estilo, el estilo estratégico: la intención del alumno es obtener las mejores calificaciones posibles, por lo que centra su atención en predecir las preguntas y distribuye su esfuerzo para obtener los mejores resultados.
[5] Un factor clave para el estilo que adopta el alumno es su motivación y sus intereses.