En marzo de 1837 se le concedió facultades para confesar y predicar.
[4] Pocas semanas antes, se había producido en Madrid una matanza de frailes.
Tras la violenta abolición de las órdenes religiosas en España, el padre Esteban se dirigió a Roma, donde estuvo dos años y medio, predicando por los pueblos cercanos.
En 1843 embarcaron cuarenta y nueve misioneros en el puerto de Marsella rumbo a Venezuela.
El padre Esteban se instaló en Parapara, un pueblo fundado por misioneros capuchinos, y que no había visto a ningún religioso desde 1817.
El arzobispo de Caracas lo nombró profesor del seminario y le recomendó las misiones populares.
Durante su mandato, el papa proclamó oficialmente a la Divina Pastora como patrona de los capuchinos.
Para ello envió un destacamento con más de 500 soldados que les condujeron hasta la frontera con México.
En su periplo americano, el padre Esteban había predicado 112 misiones, regularizado 13.349 matrimonios, y distribuido 221.357 comuniones; además de numerosos novenarios, triduos y tandas de ejercicios espirituales.
En septiembre de 1876 regresó a su pueblo, del que se había marchado hacía casi cincuenta años.