De padre dálmata (Andrija) y madre argentina (María), creció en una familia obrera a la que “la crisis” obligó a buscar trabajo y habitar en Berisso, adonde llegó con tres años.
En 1958 entró a Clarín, donde fue redactor, columnista, crítico de cine y enviado especial al extranjero.
Fue premiado por su serie de notas sobre una tragedia que sepultó tres pueblos andinos del Perú.
En el mismo diario, durante año y medio, redactó a doble página su sección semanal “Reportaje al Gran Buenos Aires”, una radiografía crítica del conurbano en expansión, por la que fue distinguido por el gobernador Oscar Alende.
Las charlas fueron al libro Hola, Perón y motivó una carta personal del expresidente, quien lo celebró “por tratarse de un libro escrito ‘a cielo abierto’, como usted quería, y por alguien que no es ni gorila ni peronista”.
Escribió 16 libros de periodismo, literatura y poesía: Palabra limpia de mí (1960), La vida continúa (1963), Hola, Perón (1965), Historia viva (1966), Introducción al camelo (1970), La poetisa analfabeta (1974), Reportaje al futuro (España, 1974), El último Perón (Cambio16, 1975), Borges, el palabrista (Letra Viva, 1980), Instrucciones al pavo real (1993), La bañera azul (1995), Poemas plagiados (2000), Gente bastante inquieta (2001), Así nos fue (2002), El palabrista (2005), El ocaso de Perón (2007), Nuevos poemas plagiados (2009).
“Es un libro delicioso, muy bien escrito y con mucha información, que recomiendo fervorosamente”, ponderó.
Borges, el palabrista “Ya en los sesenta lo entrevisté para ‘Clarín’ y hubo otras entrevistas más, en los ochenta, en Madrid, Barcelona, Marrakesh.
Peicovich regresaba al idioma conocido -o desconocido- del periodismo, las conversaciones o la técnica, para hurgar en él y mostrarlo con crueldad e ironía, con una intención tácita pero clara, con algún desencanto, con rasgos de humor y de paciencia.