En el Estado absolutista, el gobernante (monarca), se considera la autoridad máxima, por encima de todas las leyes.
Este periodo termina con la Revolución francesa de finales del siglo XVIII, que terminó con antiguo régimen, con la notable excepción de la autocracia zarista rusa, que llega hasta 1917.
[3] El Estado absolutista se conforma como: un poder soberano, desvinculado de cualquier autoridad, sin límite (como los que supondría la división de poderes hacia el interior o exterior de otras soberanías, durante la Edad Media se representaban los poderes universales -pontificado e Imperio-); por otra parte esto no significó que fuera exclusivo, es decir, presupone y asume la existencia de otros poderes simultáneos (descentralizados: señorial), asambleas representativas de uno o varios reinos (parlamentos, estados generales, cortes), que pueden tener particularismos e instituciones locales, (los municipios, etc.; pero respecto a los cuales era superior).
Los estados generales eran el último medio que tenía el pueblo francés para hacer oír su voz y la oportunidad para que personas destacaran en la política como Mirabeau quien fue enviado a los treinta años a los Estados Generales.
[4] Los estados absolutistas han desaparecido casi en su totalidad; sin embargo, existen países que aún se rigen bajo este modelo como Arabia Saudita, Brunéi, Ciudad del Vaticano, Omán, Suazilandia.