Sólo a partir de entonces las pecias estaban disponibles para su alquiler y copiado.
Esta presión sobre los estacionarios les llevaba a adquirir ejemplares en buen estado y en el menor tiempo posible.
Al final, en muchos casos, se hacía más hincapié en la rapidez de la adquisición que en la calidad del producto.
Si un determinado trabajo parecía que podría convertirse en un superventas, el estacionario hacía una copia de los mejores textos disponibles en ese momento, y disponía en el menor tiempo posible de su ejemplar-pecia corregido.
En las Siete partidas del rey Alfonso X el Sabio, datado en c. 1254 se decía: