Durante la Segunda Guerra Mundial y debido su situación estratégica la estación fue objetivo del ejército alemán causándole graves daños.
Por ello, y para evitar la pérdida de tiempo que suponen esas maniobras los trenes se detienen en Saint-Pierre-des-Corps.
La estación parcialmente reconstruida en 1990 para adaptarla a la llegada de la alta velocidad muestra un diseño moderno.
La fachada principal, de vidrio, se caracteriza por un monumental entrada donde dos grandes pilares circulares sujetan una bóveda metálica.
Los accesos subterráneos a los andenes y el aparcamiento están decorados con frescos del pintor francés Armand Langlois.