Muestran el ideal al que deben tender diversas clases de personas: discípulos, maestros, príncipes (el llamado regimiento, instrucción o espejo de príncipes), hijos, etc. y enumeran algunos medios prácticos para alcanzarlo.
En este espejo real Agustín habla del monarca ideal, el cual es justo, humilde, está consciente de que es solo un hombre y que su poder lo recibe de Dios, al cual ama, teme y respeta.
Es el monarca ideal también, el que actúa lento a la hora de tomar venganza y por el contrario rápidamente perdona.
[1] Igualmente, algo similar ocurre con las Admoniciones del rey San Luis IX de Francia escritas en el siglo XIII, donde aconseja a su hijo cómo ser un buen gobernante.
En ese mismo período también se compuso el Speculum humanae salvationis.