[1] La pintura barroca tuvo un marcado acento diferenciador geográfico, ya que su desarrollo se produjo por países, en diversas escuelas nacionales cada una con un sello distintivo.
[2] El naturalismo —término introducido por Giovanni Pietro Bellori en 1672— pretendía la representación empírica de la realidad tal cual es observada, sin distinciones estéticas entre belleza y fealdad, consideraciones conceptuales o intelectuales, o cualquier otro componente subjetivo que distorsionase la simple observación del objeto.
Ello no excluye cierta idealización en la composición pictórica, como sí ocurriría con el realismo, término a veces aplicado como sinónimo pero que implica otra concepción de la obra artística.
[5] El caravaggismo influyó en la obra de otros artistas barrocos, como Rembrandt, Peter Paul Rubens y Diego Velázquez.
Entre sus miembros destacan Hendrik Terbrugghen, Dirck van Baburen y Gerard van Honthorst, los tres formados en Roma.
En 1620 regresaron de Roma igualmente Gerard van Honthorst y Dirck van Baburen, con lo que ya se podría hablar de una escuela caravaggista en Utrecht, cuya influencia se extendió a otras ciudades neerlandesas como Haarlem, Leiden y Delft.