[1] Volando los cazas Messerschmitt y los cazabombarderos Focke-Wulf, los pilotos españoles lograron acreditar la destrucción de más de 160 aviones soviéticos en unos dos años, mientras que perdieron 20 pilotos por muerte en combate, desaparecidos o hechos prisioneros.
El Ejército del Aire español estaba en numerosos aspectos mejor preparado que el resto del Ejército para incorporarse al ejército alemán, ya que muchos de sus pilotos habían volado junto a sus camaradas alemanes de la Legión Cóndor en 1936-39 y conocían las tácticas y las habían llevado a la práctica en innumerables ocasiones.
Algunos pilotos ya habían volado en los aviones que les iban a ser entregados.
Formaban el Escalón de Vuelo además del Comandante, su segundo, el Cmte.
José Muñoz-Jiménez: tres capitanes y doce tenientes, todos ellos veteranos de la Guerra Civil.
La Escuadrilla quedó lista para participar en el asalto alemán sobre Moscú, conocido como “Operación Taifun” (Tifón).
)/LG 2, que tomaron prestados para realizar algunas misiones de ataque al suelo.
Este desplazamiento del combate se traduciría en mínimas ocasiones de derribar aparatos enemigos en los meses siguientes, falleciendo en accidente mecánico el Alférez Navarro y el Cabo Mecánico Zaro.
La instrucción allí duró algo menos de un mes, tiempo durante el cual se voló en Bf 109F y G, Ar 96, Fw 56, Heinkel He 45 y avionetas Klemm Kl 35, finalizando el 11 de noviembre.
El piloto elegido fue Gonzalo Hevia, que en ese momento tenía 5 derribos confirmados y hablaba alemán.
La 2.ª Escuadrilla es comprometida para apoyar la retirada alemana del saliente de Rhzev.
José Mateos Recio al conseguir derribar un Lavochkin en combate desigual: 2 Fw 190 españoles frente a 9 La-5 soviéticos.
Durante agosto, el contraataque soviético fue especialmente intenso en la zona central del frente, sobre los salientes de Orel y Járkov.
En septiembre, las líneas alemanas no tienen más remedio que retroceder ante el empuje soviético, y la Escuadrilla Azul con ellos.
El frente finalmente se estabiliza en octubre, y la llegada del invierno paraliza la gran mayoría de las operaciones aéreas.
Además, a esto ha de agregarse que la cada vez más activa caza aliada suponía un serio peligro para estos lentos aparatos que portaban las insignias de la Luftwaffe.
Esto supuso un pequeño inconveniente a los pilotos y mecánicos españoles, que habían realizado la instrucción en Francia con Focke Wulf 190.
El corto periodo de permanencia en el frente no permitió derribar ningún aparato enemigo y sin embargo hubo que soportar la pérdida de dos Bf 109G-6, aunque no por causa del enemigo.