La esclavitud en la isla de Mallorca se remonta a tiempos inmemoriales, y al igual que en la península ibérica con su historia esclavista consistió en una práctica habitual durante la Edad Media.
[3] Sin embargo, durante la época musulmana, cuando la isla era llamada Mayurqa, no era un centro importante del tráfico de esclavos.
Esto se potenció enormemente debido a los cambios sufridos en la economía romana durante la época de expansión, en especial en el sector agrario, en el que se multiplicaron las grandes propiedades, especialmente en las nuevas provincias y colonias de la República primero y del Imperio después.
[4] Tras la conquista de la isla por el rey Jaime I, algunos judíos norteafricanos se instalaron en ella gracias a que el rey protegía a este colectivo y les concedía ciertos privilegios jurídicos,[5][6] quienes establecieron vínculos comerciales con los parientes que habían dejado en África, ya que en virtud de su competencia financiera y económica facilitaban las operaciones de compra y venta, actuando como embajadores.
[12] Habiendo sido conquistada Mallorca por el rey Jaime I ya en 1232, los señores feudales catalanes y aragoneses que se apropiaron del territorio comenzaron a esclavizar[13] a los mallorquines musulmanes que habían hecho prisioneros durante la invasión.
[18] Aunque ya el derecho romano hacía mención al crimen de tratar con personas libres mediante su secuestro y venta como esclavas, no se conocen en Mallorca registros ni procesos o sentencias que durante esa época penalizasen esta actividad, al menos hasta 1653, donde en una carta enviada al rey se hacía mención de que se estaba llevando a cabo una conducta sobre algunas personas cuya crueldad no era propia de los habitantes de esas tierras.
[24] El clero no quedó atrás en la compra de esclavos para su uso particular, ni el colectivo judío, al que consideran una parte importante dentro del entramado del tráfico de cautivos.
[33] Aunque al principio la sociedad mallorquina no era considerada esclavista, a finales del siglo XIV no podía vivir sin mano de obra esclava, hecho que tornó a la isla en una gran prisión, donde los cautivos esperaban su liberación, aunque la intención de sus propietarios era principalmente lucrarse, mediante el trabajo o el pago del rescate, más que esclavizar.
[34] En 1445, el comercio con la ciudad italiana y costera de Génova se había consolidado de tal forma que Mallorca se convirtió en un gran almacén de productos del comercio genovés, incluyendo esclavos rusos, circasianos, tártaros y sarracenos, los cuales traían a la isla para venderlos en los mercados.
[36] Ambos impuestos consistían en importantes ingresos a las arcas reales, por lo que la administración mantenía un riguroso control de entradas y salidas.
[36] Las tareas que les eran encomendadas a los esclavos solían ser siempre de esfuerzo físico, pues en contadas ocasiones se les permitía llevar a cabo oficios en los que pudieran desarrollar aprendizaje que pudiera suponer una amenaza para el reino, como, por ejemplo, aprender a construir embarcaciones.
[42] Por otro lado, se implementaron castigos y multas de todo tipo, como propinarles latigazos, cuya cuantía aumentaba con los días que durase la fuga, y si estos superaban los veinte o treinta días se les cortaba el tendón de Aquiles[42] o se les amputaba un pie.
[43] Si la fuga duraba más de un mes se le condenaba a muerte.