Los estándares típicos incluyen referencias a la honestidad, evitar el sesgo periodístico, demostrar responsabilidad, encontrar un equilibrio adecuado entre la privacidad y el interés público, evitar el conflicto de intereses financiero o romántico[1][2] y elegir medios éticos para obtener información.
Todos los escándalos periodísticos tienen el factor común de que cuestionan la integridad y la veracidad del periodismo.
Estos escándalos cambian la atención y el escrutinio público hacia los medios de comunicación.
Sin embargo, en algunos casos, investigaciones posteriores descubrieron que los controles y saldos periodísticos establecidos en las salas de redacción fallaron.
En algunos casos, los editores principales no logran captar el sesgo, la difamación o la fabricación insertada en una historia por un reportero.