Data del siglo XVII, si bien el edificio ha sufrido grandes transformaciones, quedando en nuestros días muy alterado con respecto al plan primigenio.
La planta original data del año 1686 y tenía las funciones de un pequeño oratorio.
Con el tiempo, y tras varias ampliaciones posibilitadas por las limosnas recogidas, devendría notable ermita.
Durante la Primera Guerra Carlista la ermita sufrirá graves desperfectos, por haber sido utilizada como lugar de defensa.
A sendos lados hay dos huecos cegados; el segundo cuerpo, mínimo, es lo poco que persiste de la ermita en sí, el tapial con los ángulos reforzados con cantería, contrafuertes y pequeños huecos de luz.