San Miguel siempre fue una pequeña aldea que casi se había despoblado a finales del siglo XVI, y al desaparecer su término y la iglesia pasó a depender de su vecina, Villoslada.
Consta de una sola nave terminada en un ábside semicircular, que presenta canecillos en la cornisa y ventanas saeteras, la central enmarcada con columnas rematadas en capiteles vegetales.
En el interior del templo hay un arco apoyado sobre sendas columnas con capiteles que recuerdan vagamente al orden corintio que da acceso al presbiterio, donde se encuentra un colorido retablo barroco en madera dorada y decorado con tonos rojos y azules.
Fue realizado entre 1754 y 1768 y está presidido por una hierática talla románica de un Cristo crucificado, recatadamente cubierto con un paño rojo de cintura para abajo, denominada en el lugar el «Santo Cristo», que data del siglo XIII.
Otra peculiaridad de esta talla consiste en que presenta sólo tres clavos, cuando lo habitual en los cristos románicos es tener cuatro.