El equilibrio hidrosalino, como parte de la homeostasis, es la correcta proporción de sales (sodio, potasio, calcio, magnesio etc.) y agua en el medio interno.
Las pérdidas de agua corresponden a la eliminación renal obligatoria, la perspiración, el sudor, la evaporación por vía respiratoria, la secreción láctea y las pérdidas por el aparato digestivo.
El equilibrio se consigue a través de mecanismos neurofisiológicos (la sed), que aumenta la ingesta, o mecanismos neuroendocrinos, que disminuyen las pérdidas a través de la hormona antidiurética (ADH).
Entre los electrolitos, los más conocidos son el K+, el Na+, el Ca2+ y el Mg2+, que deben ser incorporados con los alimentos.
La concentración de aniones se regula secundariamente a los cationes.