Fue el último alcalde republicano de su ciudad natal, siendo ejecutado por las autoridades franquistas poco después de comenzada la guerra civil española.
Al producirse la sublevación militar que dio lugar a la Guerra Civil, intentó proteger a la ciudad, e incluso mandó a uno de los concejales del ayuntamiento, Isidoro García de Albéniz Martínez de la Hidalga, por armas a la ciudad guipuzcoana de Éibar,[cita requerida] en cuyo viaje fue interceptado por fuerzas sublevadas.
La ciudad quedó inicialmente en manos de obreros ferroviarios, que se atrincheraron en la Casa del Pueblo.
La Guardia Civil había sido concentrada en la capital provincial.
En 2006, en conmemoración de la corporación municipal que se sacrificó por intentar proteger la democracia y libertad en la ciudad, se inauguró el parque más grande de la ciudad, llamándose del mismo modo que el alcalde republicano fusilado, Emiliano Bajo.