Sus padres, Joaquín Blasco y Lucía Ferrer se dedicaban a vender cántaros por los pueblos mientras el pequeño Eleuterio aprovechaba cualquier pedazo de barro sobrante o las viejas latas abandonadas para modelar y crear sus figuras.
Finalmente, después de varios intentos frustrados, Blasco logra, abandonando su casa, llegar a Barcelona.
Allí trabaja en lo que puede para poder estudiar en la Escuela de Bellas Artes donde, según sus propias palabras, no llegó a encajar del todo: “acostumbrado yo a dibujar, pintar y modelar sin enseñanza ninguna, y ya un poco maduro, no hubo manera de poder someterme a las reglas de la academia”.
En esta exposición presenta sobre todo paisajes en la pintura y temas sociales en el dibujo retratando personajes marginales o dedicados a oficios humildes: El ciego músico, Mendigo, Viejo solitario, La vendedora, La gitana, Ciega pensativa, Vieja vendedora.
Durante la Guerra Civil una de las bombas destrozó la casa donde vivía y se perdieron muchos dibujos.
Eleuterio Blasco tomó parte a favor del bando republicano: “mi misión en esta lucha fue, primeramente la de dibujante- cartógrafo, para terminar como miliciano de la cultura en la 26 división.” La 26 división es la antigua columna del anarquista Durruti que al morir este se militariza y forma parte del Ejército Popular Republicano.
Tras la guerra, en 1948, Blasco logra celebrar en la Galería Bosc, otra exposición individual que le aportará fama internacional.
Escribe el prefacio D. Chevalier y la presentación biográfica del pintor H. CH. Geuffroy.