Antes de las elecciones el Partido Laborista (en el gobierno) mantenía 56 escaños, conservando una mayoría absoluta en el Parlamento.
Los Demócratas, un pequeño partido seguidor de los principios del crédito social, tenía dos escaños.
Muchos comentaristas creyeron que el descontento público hacia las reformas económicas podría costarle el gobierno.
Otra materia relevante, y quizás la que permitió a los laboristas resistir la desafección pública, fue la política antinuclear.
El Partido Nacional tenía la intención de revocar la prohibición, pero la opinión pública apoyó esta decisión.