El período previo a las elecciones estuvo precedido por una fuerte ofensiva contra la oposición por parte del gobierno de Vere Bird, del Partido Laborista de Antigua (ALP).
El PLM, ahora liderado por el exviceprimer ministro Robert Hall, cambió su anterior postura favorable a la independencia del archipiélago, promoviendo conservar el esquema de «Estado Libre Asociado» hasta haber reforzado las instituciones democráticas del país.
Con estos resultados, Bird pudo ser reelecto para un segundo mandato consecutivo como «Premier» de Antigua y Barbuda, su quinto mandato no consecutivo en la jefatura de gobierno del país caribeño.
[2] Cumpliendo con su promesa de campaña, Bird negoció con el Reino Unido la independencia definitiva del archipiélago.
[5] No obstante, la corrupción (criticada ya durante la gestión de Walter) se disparó durante este período, con denuncias y escándalos que salpicaron tanto al propio Bird como a su familia.
[5] Tras su retorno al poder, Bird inició también también una ofensiva institucional en contra de la oposición, buscando consolidar su control del poder.
[7] Robert Hall, terrateniente antiguano blanco y vicepremier durante el mandato de Walter, lo suplantó como líder del PLM.
[8][9] Bajo las normativas constitucionales vigentes, Antigua y Barbuda era un «Estado Libre Asociado» con el Reino Unido, conservando a Isabel II como Reina y con un gobernador para representar al monarca localmente, manteniendo un sistema parlamentario basado en el modelo Westminster.
[6] La campaña del ALP contó con todos los recursos del Estado a su disposición, al tiempo que se emplearon numerosas medidas legales para restringir el alcance de las fuerzas opositoras a los medios de comunicación.
[3] Aunque la situación económica todavía no había mejorado del todo, aún estimulando la industria turística, y el desempleo para 1980 seguía situándose en un 20%, se preveía que el régimen de Bird no tendría problemas para consolidar su posición frente a una oposición dividida y debilitada.