Tres millones 700 mil bolivianos inscritos en el registro electoral fueron llamados acudir a las urnas el domingo 18 de diciembre para elegir un nuevo gobierno y, según las encuestas de opinión previas, ninguno de los aspirantes obtendría mayoría absoluta (50% más uno) necesaria para su elección directa por lo tanto dicha designación quedaría en manos del recién elegido Congreso, según las reglas electorales bolivianas.
Por primera vez desde los años 60, un candidato logró la mayoría absoluta cerrando la etapa de la democracia pactada.
Muchos analistas políticos aseguran que el nuevo Congreso responderá más a sus regiones que a los partidos; y en ese escenario, la tarea de los Prefectos será de significativa importancia.
La distribución étnica de Bolivia se estima ser el 33% quechua, 30% Aimara (Amerindios), del 25% mestizo y el 12% europeos.
A principio del siglo XXI ha habido una importante inestabilidad política, donde hubo cinco presidentes en cuatro años.
[2] En las elecciones de 2005 también se eligieron a los prefectos departamentales, cuya designación era anteriormente prerrogativa presidencial.
El partido político ya no era el único medio para participar en las elecciones, se amplió la posibilidad para que las agrupaciones ciudadanas y/o pueblos indígenas postularan a sus candidatos.