El origen de la pintura se encuentra en la segunda estancia del pintor en Italia desde 1863.
[1] El cuadro fue presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1866, celebrada en Madrid.
La obra acabaría formando parte de la colección particular del rey consorte Francisco de Asís,[2] quien había la había encargado a Palmaroli.
[4] El cuadro causó gran impresión en sus contemporáneos y la emperatriz Eugenia intentó adquirirlo pese a ser una comisión del rey Francisco.
Ha sido definido por Martínez Plaza como:el mejor cuadro español del siglo XIX dedicado a los temas de celebraciones religiosas.