Pero Shila, que en realidad está enamorada de Resi, un joven médico de la corte del faraón, desprecia a su marido.
Al borde de la muerte, Nemorat, convencido de que Shila es la autora del envenenamiento, ordena que la entierren viva a su lado.
Resi, para evitarlo, convence a la joven para que tome una poción que provoca una muerte aparente, para después del entierro entrar en el sepulcro.
Con la ayuda del arquitecto de la tumba, consigue llegar hasta los féretros y liberar a Shila.
Nada más escapar los jóvenes, el arquitecto activa un ingenio que provoca el derrumbe de los grandes bloques de mármol, lo que lleva a la muerte tanto a él como a todos los presentes.