Necesitaba una rosa roja para impresionarla y que así ella fuera al baile con él.
Un gigante, después de una larga ausencia, regresa a su jardín y encuentra que muchos niños están jugando felices allí.
Luego llega la primavera a la ciudad, pero no al jardín del Gigante, donde la nieve, el viento frío y helado continúan.
Un día, desde su cama, el Gigante oye el canto de un pajarito y le parece la canción más hermosa que jamás haya escuchado, así que mira hacia afuera y ve que la primavera finalmente ha llegado también a su patio: algunos niños han logrado entrar por las aberturas del muro y están trepando a los árboles, entre ellos está un pequeño niño que no logra treparse a un árbol, el Gigante lo ayuda y el niño agradecido le da un beso al Gigante.
Uno de ellos, Hans, es manipulado por su amigo Hugo, quien se lleva las flores que el primero cultiva en su jardín y a cambio solo le da una carretilla vieja.