El gigante egoísta tiene un gran jardín, aunque había estado fuera por 7 años.
El Gigante ayuda al muchacho a trepar a un árbol al que quiere subir, y el niño, agradecido, le besó.
Los niños, a partir de entonces, juegan y se divierten libremente en el jardín.
Pero no así el niño al que el gigante ayudó y al que más cariño tomó; no lo volvió a ver.
Muchos años más tarde, el gigante es viejo y débil, y despierta, una mañana de invierno, para ver los árboles en una parte de su jardín en plena floración.