Cuando un extraño hombrecillo anónimo llega y se niega a declarar sus propósitos de negocio, nadie se sorprende, y dejan permanezca en una antesala con las puertas cerradas en la que hay un plato de frutas (incluidas algunas mandarinas, también conocidas como naranjas chinas) mientras espera la llegada del editor.
La cabeza del pequeño hombre está aplastada, su ropa está vuelta del revés, lo de atrás hacia delante, todos los muebles de la habitación colocados a la inversa, y dos lanzas africanas se han insertado entre el cuerpo y las prendas de vestir, para mantener su inmovilidad.
Se requieren los considerables talentos de Ellery Queen para ordenar los motivos y las mentiras y llegar a la retorcida lógica que subyace en todos los aspectos de este crimen tan poco inusual.
Esta novela en particular aparece citada a menudo en obras de referencia en las que se debaten las formas y medios del “crimen en una habitación cerrada con llave” debido a su peculiar solución.
En la introducción de la novela figura un detalle que ya se considera parte del canon del Ellery Queen: está escrita por el anónimo "JJ McC.