La narración, contada en primera persona, narra el deseo que siente el narrador y otro personaje, un poeta llamado Señor de Aretal, referido también como Señor de los Topacios al usar joyas con estas piedras preciosas.
[1][3] Según este —quien además fungió como una suerte de impulsor de la obra de Arévalo— una vez escrito Arévalo se lo habría dado a leer y le habría pedido a Barba Jacob no publicarlo sino hasta su fallecimiento para no dar a conocer al público su preferencia homosexual.
Esto no ocurrió, por el contrario, Barba Jacob lo alabó y reseñó en público, contribuyendo a la fama de Arévalo en países como Estados Unidos.
Una reedición posterior sin la anuencia de Porfirio Barba Jacob los enfrascaría en una polémica que provocaría que este último se confirmara como el personaje del cuento, haciendo una suerte de outing no deseada por Rafael Arévalo.
[3]A la postre el cuento terminaría quedando en un plano secundario colocando en primer plano la hipótesis de la relación entre Arévalo y Barba y la crítica se centraría en esta arista.