[2] Escrito en tercera persona, sigue principalmente a Aldred Leith, un oficial inglés que ha luchado en la Segunda Guerra Mundial, siendo herido y condecorado por ello.
En las colinas sobre Kure, Aldred conoce a Helen y Benedict Driscoll, los encantadores hijos de unos padres peculiarmente desagradables.
El padre es un mandarín tosco, su esposa una mujer dominante y quisquillosa, cuya casual superioridad social revela su vulgaridad innata.
Ya aquí se nos presenta una de las continuas preocupaciones del autor: la guerra no ha terminado, sólo los combates.
También es brillante y, por una peculiaridad genealógica que comparte con su hermana, completamente diferente a sus ignorantes padres.
Aldred finalmente se convence de sus sentimientos por Helen y regresa con Kure decidido a tener una relación con ella.
Aldred recoge el correo que había sido almacenado mientras estaba en Nagasaki e inmediatamente viaja a Tokio para comprobar cómo está Benedict.
Al regresar a Kure con noticias de Benedict, Aldred se entera de que el general Driscoll ha recibido un puesto en Nueva Zelanda y que Helen y sus padres se mudarán allí.
También se reencuentra con Aurora Searle, una amiga y ex relación romántica que había sido la amante del padre de Aldred durante varios años.
[4] Susanne Ostwald, crítica del Neue Zürcher Zeitung, destacó que Hazzard vincula hábilmente los distintos destinos individuales que describe, y cómo se conectan diferentes niveles de tiempo y lugares.
También elogia la novela como una “imagen moral bien observada de toda una región y era del mundo”, así como por “condensar poéticamente” los acontecimientos y, aun así, no dejar que su novela “se salga de control”.
Sin embargo, según la crítica, el dibujo de las figuras es demasiado típico y "xilográfico" y, en su opinión, la historia no siempre logra mantenerse al margen de aguas poco profundas.