El castillo de los Cárpatos

La Stilla es una gran cantante de ópera, aclamada por el público y elogiada por la crítica.

Sólo le acompaña el no menos enigmático Orphanik, un inventor tuerto y macilento que vive a expensas de su amo.

En la última escena, en que la heroína muere, Stilla maravilla a los espectadores con el aria "Innamorata, mio cuore tremane, Voglio morire"... De repente, el barón de Gortz muestra su cara fuera del palco, y sus ojos brillantes en un rostro de inmaculada palidez aterrorizan de tal manera a la cantante que queda paralizada, se lleva una mano a la boca, ensangrentada, vacila y cae.

Un curioso vendedor de supercherías llega al pueblo, y vende un catalejo o telescopio al pastor del pueblo, Frick,[6]​ y por medio de él, ve humo saliendo del supuestamente abandonado castillo, por lo que empiezan a correr los rumores por toda la comarca mientras el doctor Patak y un joven local, Nic Deck, vuelven atemorizados de su visita al castillo.

Perdida la noción del espacio y el tiempo, sigue la voz de Stilla («¡Andiamo, mio cuore, andiamo!») que le guía hacia la cripta, donde queda atrapado sin salida.

Más loco que cuerdo, sigue la voz hasta la capilla, donde están enterrados los antepasados de Gortz; apenas abre un hueco en la desvencijada puerta para observar a Orphanik y la inconfundible figura de Rodolfo, Barón de Gortz, por el que parece no haber pasado ni un día desde Nápoles, con una larga melena gris peinada hacia atrás.

Cuando lo ataca, la voz y la imagen de Stilla inundan la sala, y Gortz despierta mientras Franz cae al suelo repitiendo que su amada está viva, tendiendo los brazos a su imagen.

El sirviente y Nic Deck rescatan el cuerpo del conde de Télek, quien, sin embargo, no está muerto, sino que ha enloquecido y sólo repite «innamorata, voglio morire».

El disparo contra el barón destruyó la caja donde guardaba las grabaciones, y, loco de desesperación, se sepultó con su castillo, cayendo en la trampa que tenía preparada para su rival.

Franz de Télek pierde la razón y sólo puede arrancarle una sonrisa oír la voz de Stilla que amablemente le servía su amigo Rotzko con los cilindros del Barón.

La Stilla, prisionera en el castillo de los Cárpatos.
El Barón de Gortz se encuentra con Télek.
Ilustración de la novela