El general Godinot despliega sus tropas por los pueblos del partido judicial, para confiscar ganado de carne.
Se inicia una batalla campal, en medio de la cual, los lugareños disparan su cañón, que estalla en mil pedazos, sembrando el caos.
Cada bando pierde la mitad de sus efectivos, y los franceses emprenden la retirada.
Godinot se enfurece y ordena que 2.400 de sus hombres lancen el ataque final.
Cuando llegan al pueblo, lo encuentran vacío, pues los defensores se han retirado a las montañas, así que toman a los dos únicos rehenes que encuentran, un viejo y un niño.