Según la crítica de arte Juliet Wilson Bareau, esta obra junto con La aguadora, fueron pensadas para su colocación en sobrepuertas de la propia casa madrileña del pintor.
Con el mismo número que fueron marcadas las obras La aguadora y Las mozas del cántaro.
[4] Las obras La aguadora y El afilador mostraban además de lo popular un cierto carácter bélico.
[2] El personaje está representado en pleno trabajo, con el cuchillo, sobre la rueda, sujetado por ambas manos, la postura del cuerpo es un poco inclinada hacia adelante y la pierna derecha apoyada sobre la carretilla.
El afilador parece mirar al espectador como si hubiera sido sorprendido en pleno trabajo.