Más tarde será prohibida por una decisión del Parlamento de París.
Con Mahomet carga frontalmente contra la religión musulmana de la cual el autor denuncia, a través del personaje de Mahoma, el fanatismo y el integrismo religioso del islam, al menos en apariencia.
Voltaire obtuvo un éxito particularmente grande desde la primera representación de la obra.
En 1772 Voltaire habló de Mahoma de la siguiente manera: «No, Mahoma no hizo caso de milagros sucedidos en un pueblo y sólo habla unos cien años después del presunto evento [...] Su religión es sabia, severa, casta y humana: sabia, ya que no cae en la locura de dar asociados a Dios, y no tiene misterios; severa, ya que prohíbe el juego, el vino y los licores fuertes y ordena a la oración cinco veces al día; casta, ya que reduce a cuatro mujeres el número prodigioso de mujeres que compartían la cama de todos los príncipes de Oriente; humana, ya que ordenó dar limosnas con más rigor que el viaje a La Meca.
Añadir a todas estas características de verdad la tolerancia».