Es muy entusiasta, creativo y bienintencionado, aunque también muy inocente, razón por la cual otros niños se aprovechan de él.
[1] El Chavo es un niño huérfano, pobre y mal alimentado que pasa la mayor parte del tiempo en un barril ubicado en el patio delantero de una vecindad mexicana de clase media-baja propiedad del Señor Barriga.
Cuando se asusta por algo le da "la garrotera", un ataque que lo inmoviliza en una posición específica (de pie, un poco encorvado, con un brazo flexionado frente al pecho y el otro extendido hacia abajo, las piernas flexionadas y la cabeza mirando sobre el hombro izquierdo), casi en un estado de inconsciencia; según el Chavo explica: "Siento como si sintiera que no estuviera sintiendo nada", la única forma de lograr que vuelva en sí es arrojar agua fría en su rostro.
Tiene muchas frases características como "Fue sin querer queriendo"; "Bueno, pero no se enoje"; "Es que no me tienen paciencia"; "Se me chispoteó", "Vas a ver a la salida" y su clásico "Eso, eso, eso", cuando está feliz zapatea como si bailara y cuando está enojado patea el suelo de manera violenta y furiosa, comúnmente juega con una escoba que intenta mantener equilibrada en el pie, crea sus juguetes de una manera sencilla usando latas, cartones y jugando yoyos, baleros y más, pero estos son opacados por los de Quico, cuando él trae la misma clase de juguete pero más moderno.
En diciembre de 2016, un rumor empezó a circular en la red, según este en el libro El diario del Chavo del 8, escrito por Gómez Bolaños en 1995, se revela su verdadero nombre: Rodolfo Pietro Filiberto Raffaelo Guglielmi,[3] sin embargo dicho rumor fue desmentido por fuentes oficiales[4] ya que, por el contrario, en dicho libro se recalca en varias ocasiones que carece de nombre.