A las pocas semanas de su creación, Save the Children ya repartía ayuda en Berlín y Austria.
Para entender a Eglantyne es necesario conocer su origen y su educación recibida en el seno de su familia.
Además, le gustaba nadar e ir en barco y habría podido pasarse años leyendo en la extensa biblioteca de su padre.
Sin embargo, su madre tenía miedo de que permaneciera soñando despierta demasiado tiempo”.
La biografía señala también que existían muchos estímulos intelectuales e influencias “modernas” para la joven Eglantyne.
Cuando llegó por primera vez a la residencia Lady Margaret Hall, sacó todo el mobiliario de su habitación ya que lo creía demasiado pretencioso para una “simple estudiante”.
Únicamente el vicedirector logró convencerle para que volviera a poner las cosas en su sitio por razones estéticas.
Eglantyne se convirtió asimismo en la preferida de la Directora, la señora Wordsworth (la gran sobrina del poeta).
Por otra parte, se sentía feliz porque la enseñanza en la escuela era progresista y respetuosa con los niños.
El sitio resultó ser una escuela bastante progresista que utilizaba la “Metodología Fröbel” y otros métodos avanzados de enseñanza.
Hill llegó a ser miembro de la Royal Society y obtuvo el Premio Nobel.
En realidad, Eglantyne padecía un problema de tiroides que más tarde desembocó en bocio.
Existen rumores según los cuales Dorothy fue a negociar dicho permiso directamente con Lloyd George, el entonces Primer Ministro, tan grande fue su determinación.
Ella empezó con cierta indecisión, sin embargo, entusiasmada por la pasión por su misión, su voz se hizo más firme.
En este punto Eglantyne pudo demostrar su auténtico talento para el trabajo de ayuda efectivo.
La biografía editada por Wilson la cita de la siguiente manera: “El SCF no distingue entre políticas, razas o religiones.
Save the Children obtuvo el apoyo de otros muchos grupos religiosos, desde la comunidad judía hasta los teósofos.
No obstante, entabló excelentes relaciones con las organizaciones con sede en Ginebra, como, por ejemplo, la Cruz Roja, que apoyaba la Fundación Internacional Save the Children.
Sin embargo, en esa época una gran hambruna azotó la región del Volga, el “granero” de Rusia.
Estas actividades condujeron directamente a la Declaración de los Derechos del Niño, elaborada por Eglantyne en 1923 y publicada por primera vez en la revista de Save the Children “The World’s Children” (“Los niños del mundo”).
Dicha Declaración fue adoptada inmediatamente por la Unión Internacional Save the Children y aprobada en 1924, gracias a la presión ejercida por Eglantyne, por la Sociedad de las Naciones.
Muchos resultados de dichos estudios han sido publicados en la revista de Save the Children “The World’s Children” (“Los niños del mundo”), que se convirtió en la revista más importante sobre el tema.
Ya en 1913, Eglantyne había sugerido el asentamiento de refugiados macedonios en la región, así que en 1925 Save the Children se embarcó en nuevos proyectos.
Dicho informe desembocó en una campaña llevada a cabo por Save the Children por la que finalmente se hizo obligatoria en el Reino Unido la comida en los colegios (en 1944).
Ese mismo año, 1926, Eglantyne empezó a mirar más allá de Europa.
Según cita la biografía publicada por Wilson, escribió en 1927: “Como sin duda hay más niños sufriendo en Asia y en África que en Europa, deberíamos demostrar la sinceridad de nuestra pretensión de universalidad trabajando en esos continentes en cuanto logremos recaudar fondos suficientes para ese propósito”.
Martin’s in the Fields, acudió una gran multitud de distinguidas personalidades y nacionalidades.
[2] Eglantyne era una persona desinteresada e incansable en su trabajo por el bien de los demás, aunque su salud no siempre la acompañara.
Esa generosidad hacía que liberales, conservadores, socialistas, católicos, musulmanes, bahaíes y muchas otras personas apoyaran su obra.
Save the Children sigue fiel a los principios de Eglantyne en todos los países en los que trabaja la alianza.