Fue un alumno indómito: le expulsaron de cuatro escuelas y abandonó él mismo la quinta.
Prefería explorar el litoral en búsqueda de conchas y caracolas o marchar al campo a estudiar la fauna y la flora, aunque su falta de educación no le impidió seguir una vida ejemplar.
Se especializó especialmente en caracoles terrestres: no contaba ni doce años cuando descubrió dos especies nuevas de talla minúscula: Helix milium y H. astericus.
La reputación de Morse está sólidamente asentada tanto en zoología como en etnología, cerámica oriental y museología.
Morse escribió abundantes crónicas sobre la sorprendente belleza que encontró en la vida y en las costumbres de los japoneses.