El padre de Mannock, un militar escocés y borracho habitual, abandonó el hogar cuando tenía doce años.
Con su familia envuelta en la pobreza, se vio obligado a trabajar en diversos oficios, y sufrió, desde entonces, de una escasa visión en su ojo izquierdo.
A sus veinte años ingresó al Partido Laborista, tiempo en el cual era un ferviente crítico de la injusticia social.
Asimismo, durante su servicio entró en conflicto con altos oficiales ante la falta de paracaídas para los pilotos británicos, algo que los alemanes disponían.
Poco después de batir a cuatro aeroplanos en un solo día, fue condecorado con la Orden del Servicio Distinguido.
Edward dejó el escuadrón n.º 74 (circunstancia que le afectó pues lloró en su marcha) y pasó al no.
Al regreso, Inglis divisó que el avión de Mannock estaba envuelto en llamas, para después colapsar hacia el campo.