Educación por extensión
En los albores del siglo XX, concretamente en 1929, surge el libro Lifelong Education, de Basil Yeaxlee,[1] que es el primer documento orientado a la capacitación del adulto, en el que se agrupan principios estructurados de educación formal y no formal.La educación continua, aunque puede entenderse como educación para adultos, supera este concepto, ya que incluye a jóvenes, profesionales, adultos y ancianos que, con titulaciones oficiales o sin ellas, profundizan en su educación y formación pudiendo, cuando los programas de convalidación o correspondencia existen, alcanzar reconocimiento oficial con la titulación correspondiente.Normalmente en el concepto de educación continua no se incluye instrucción básica en lengua o alfabetización.Habitualmente el estudiante de formación continua tiene cierto nivel educativo o profesional y quiere mejorarlo u obtener el reconocimiento oficial a su capacitación, o simplemente continuar su educación y profundizar en ella.Sin embargo, esta percepción está cambiando, ya que, en algunos casos, el estudiante tiene los conceptos prácticos, pero necesita formalizarlos; por eso regresa a las aulas a través de programas académicos avalados por alguna institución educativa.